jueves, 5 de julio de 2007

MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA (2 de 2)

Quiero retomar estas tres [3] preguntas y desarrollarlas a la luz de las experiencias que nos cambian nuestra cosmovisión [actuar, pensar y sentir] por completo। Veamos cada una de estas preguntas por separado.

1.- ¿Qué he aprendido de mí?
Como estas experiencias tienen la característica de producir desequilibrio -que nos sacan de los esquemas a los cuales habíamos estados acostumbrados- por esa misma razón poseen la capacidad de sacar a relucir aquellas áreas de nuestras vidas que nunca antes habían sido tocadas o cuestionadas, y que nosotros mismos jamás habíamos soñados que eran parte de nuestra existencia।
¿Qué me muestra esta experiencia?
Que soy más débil/fuerte de lo que pensaba.
Que soy capaz de albergar profundos sentimientos de enojo, resentimiento, ira.
Que estoy más presto a culpar a lo demás por la desgracia que me ha ocurrido.
Que mi fe no era tan robusta como yo pensaba.
Que creía saberlas todas y estar seguro de mí mismo por los análisis y argumentos que sostenía, cuando en realidad fui un ingenuo, un torpe y actué con imprudencia.
Que…

2.- ¿Qué he aprendido de los demás?
Estas experiencias no se dan en el vacío relacional. De una manera u otra involucran a otros. Pues bien, de esos otros y de su accionar o participación: ¿Qué he aprendido sobre ellos?
Que de los más cercanos encontré la siguiente proporción: de cada diez/uno.
Que de quienes menos esperaba ahí estuvieron para mi sorpresa.
Que algunos hasta intentaron hacerme daño [aprovecharse] y querer hacer leña del árbol caído.
Que algunos me vieron ser portador de un VIH existencial [mientras más lejos, mejor]
Que algunos se comprometieron de tal manera que me hicieron ver que, a pesar de todo lo ocurrido, me seguían amando y confiando en mí.
Que…

3.- ¿Qué he aprendido de Dios?
Para el ser humano prudente y sensato las cosas que acontecen alrededor de su vida no son pura casualidad, sobre todo en las situaciones difíciles. Y a pesar de lo desgarrante y dolorosa que haya sido la experiencia, aun allí se esfuerza por conocer y entender la voluntad de Dios y el propósito de esta experiencia en su vida. Entonces, sobre El: ¿que he aprendido de esta dura prueba?
Que su amor sobrepasó mi entendimiento.
Que su cuidado sobrepasó mi merecimiento
Que su fidelidad no dependió de la mía.
Que también en su corrección hay enseñanza
Que…

Seamos personas prudentes y sensatas, porque también en la experiencia de dolor hay siempre algo que aprender. Aprender es cambiar, y si el cambio es promovido desde el propósito de Dios, entonces no nos queda otra cosa que decir: ¡Bienvenido sea! porque jamás volveré a ser el mismo ser humano y sé que será para mi bien.

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