jueves, 27 de diciembre de 2007

La columna de Miguel Guerrero

Por: Miguel Guerrero

La jauría mediática encargada de denostar a las voces independientes no sólo se vale de falsedades y diatribas para cumplir con los mandatos. En mi caso, se les ha encargado de entrar en contacto con clientes de mi oficina particular para convencerlos de las inconveniencias de tratar con gente mal vista en esferas oficiales.

Poseo pruebas escritas de esa actividad. Me la hicieron llegar ejecutivos de algunas de esas empresas indignados por esa práctica. Me preocupa que pudiéramos estar ante una señal de deterioro visible en altas instancias públicas, de un retroceso en materia de tolerancia, con las consecuencias que podrían derivarse de ello, especialmente en la vecindad de un proceso electoral sometido a pruebas muy difíciles, como es el más reciente corte presupuestal.

No puedo predecir si el intento de intimidar a mis clientes puede ser exitoso, aunque estimo que este recurso no resulta ya válido en la sociedad en que vivimos. No aserto a entender, sin embargo, que una administración capaz de exhibir logros reivindicables, especialmente en el área de la economía, pueda aficionarse a métodos tan rudimentarios.

No quiero aprovechar tan enojosa circunstancia para hablar de mi mismo ni presentar alegatos en mi favor. Lo cierto es que siempre he sido un hombre que ha vivido de sus ingresos y por eso a mi edad, cuando la mayoría comienza a pensar seriamente en el retiro, me he echado sobre la espalda nuevos proyectos personales en el campo del ejercicio del periodismo, lo que siempre he sabido medianamente hacer.

Admito que a lo largo de mi carrera por varias razones tal vez mordí muchos silencios, como dice una canción. Pero un día me dije no más y ha así ha sido y lo será. Para desdicha de la jauría, al igual que muchos de mis colegas que pudieran ser víctimas de idénticas prácticas, puedo asegurar, como dicen los españoles: “¡En mi hambre mando yo!”

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

miércoles, 26 de diciembre de 2007

AMOR A QUISQUEYA "¿Mi Navidad o Su Navidad? "

Regularmente para cada navidad nos preparamos. En ocasiones, sin aun recibirlo, ya tenemos el salario trece comprometido en nuestro objetivo: Celebrar la navidad. No puede faltar el puerco, las pasas, las manzanas, el vino y todo aquello necesario para tener una navidad digna, a la altura de los demás.

Nos preparamos para festejar en compañía de nuestros amigos y familiares. Esa celebración es una cita obligada. A la verdad que me sorprende ese “veinticuatro de diciembre”; tiene una fuerza de convocatoria que puede ser la envidia de cualquier político en año electoral. Se olvidan los trabajos, los compromisos, los problemas, las penas, etc. Algunos, hasta olvidan que la vida continúa después de esa noche. Esto me hace recordar una frase bíblica muy a tono con el tema: “Comamos y bebamos pues mañana moriremos”.

Recibimos con alegría a nuestros queridos familiares y amigos que llegan de “los países” cargados de regalos y obsequios para todos. La canción “Volvió Juanita” es obligada para esos momentos. ¡Wao, que navidad! Los “tiros” y fuegos artificiales, los regalos, “el musicón” del vecino”, el olor a puerco asado, la nostalgia por el que no está o el dolor por el que ha muerto; la llamada de “Nueva Yol”: “Doña, corra es tu hijo Miguel que te llama”. Entre lucecitas celebramos nuestra navidad. ¡Sí, nuestra navidad!

La noche transcurre y nos damos cuenta que las horas pasan rápido. Algunos por la anestesia del licor pierden la noción de la realidad y ahogados en su indigesta parecieran ser los que mas disfrutan. Poco a poco vamos descendiendo del éxtasis y la euforia de la Noche Buena. Las lucecitas de colores, aunque siguen prendiendo y apagando ya no las vemos o por lo menos no llaman nuestra atención como al principio. ¡Cuánto hemos comido, compadre!

En la mañana siguiente nos percatamos que la vida continúa. Con sus luchas, desafíos, trabajos y diferentes compromisos. Ah, pero todavía nos queda el “veinticinco”. Así que tratamos de soplar la hoguera para que encienda el fuego de la noche anterior. Recalentamos lo que quedó de la cena, encendemos la música, explotamos “tiros”, etc.; pero ya no es igual.


Nos queda una sensación extraña. Un vacío. Aunque satisfechos de comida y en muchas ocasiones por el licor; satisfechos por la compañía de familiares y amigos nos queda una extraña sensación, es como si alguien importante no vino a nuestra navidad. ¡Ay, nuestra navidad. Que triste y vacía navidad!

Como latinoamericanos reinventamos algunas celebraciones. Así que, como una especie de “adendum”, añadimos el 31 de enero a nuestra navidad. Esta será nuestra revancha. Esta vez procuraremos que nada se nos escape. Si no nos queda dinero habrá que hacer un serrucho, coger fiao, lo tengamos que hacer lo haremos. Aquí vamos a la carga.

Comida, bebida, lucecitas, familiares, amigos, fuegos artificiales, lágrimas, promesas, resoluciones, la llamada de Nueva Yol; pero nuevamente el tiempo no se detiene, como diría Rubén Blades en su sinfonía afro-antillana Maestra Vida: “El tiempo no se detiene ni por amor, ni por dinero”. ¡Ay nuestra navidad, que triste navidad!

Una navidad donde Jesús no es la navidad, no es navidad, es solo nuestra navidad. El debe ser la razón de la celebración, no la excusa. No es la comida, no es la familia, la bulla, los regalos y mucho menos la intoxicación con licor. Es su fiesta, no nuestra. Podríamos llamar por cualquier nombre a esta celebración, pero estamos totalmente lejos de la Navidad del Cristo.

En la Navidad de Cristo celebramos su nacimiento, su amor, su entrega, su sacrificio, su misericordia, su divinidad, su grandeza, su majestuosa persona. Él es el centro de la fiesta. Él es la fiesta. Es entonces cuando al sentarnos a la mesa con los amigos y familiares cobra sentido. La solidaridad entre vecinos y el compartir unos con otros nos lleva a agradecer juntos las bendiciones de Dios durante el año. La navidad es celebrarlo a Él. Esto nos llenará de gozo y propósito más allá del 31 de enero. Esto es la esencia de la Navidad. Otra cosa es otra cosa.

“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.
Isaías 9:6

Joaquín Pérez – Popín
Pastor General FCAQ

La columna de Miguel Guerrero

Por: Miguel Guerrero

La decisión del presidente Fernández de encabezar él mismo la distribución de canastas y cajas con raciones navideñas, en abierta y frenética competencia electoral, lo ha mostrado al país como el político que en el fondo es y no el estadista que sus colaboradores y seguidores pretenden.

Las fotografías e imágenes de televisión grabando los momentos en que el jefe del Estado entrega con sus propias manos estas cajas con lemas de campaña y adquiridas con fondos públicos, no elevan su figura.

En cambio ponen a rodar toda su concepción de la modernidad que ha caracterizado su discurso desde que emergió muy joven, y contra todo pronóstico en aquellos días, a la cúspide del poder, en virtud de una mezcla del azar y su innegable talento y dotes de orador.

Podría alegarse en favor suyo que otros dirigentes nacionales han incurrido en igual práctica, y eso es lo que la hace de su parte precisamente deplorable.
Que un candidato de oposición reparta dinero, alimentos y bebidas navideñas entre familias pobres es criticable por cuanto esa modalidad de campaña implica una comercialización de las necesidades de la nación.

Se presume, además, que lo hace con recursos propios.

Pero que un presidente en ejercicio incursione por esa ruta en lugar de utilizar los recursos del poder para disminuir los altos niveles de indigencia mediante programas de inversión en las áreas sociales, es sencillamente desconsolador y no permite alentar esperanzas de real progreso y desarrollo.

Estas viejas prácticas de clientelismo político que la dirigencia nacional insiste en preservar, constituye una fuente permanente de corrupción y dispendio.

Y fomentada desde la cima del poder crea distorsiones en el proceso democrático. Las imágenes de estos repartos presidenciales que nos ha enseñado la prensa confirman que muy poco, realmente muy poco, ha cambiado en este país.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

sábado, 22 de diciembre de 2007

La columna de Miguel Guerrero

Por: Miguel Guerrero

El presupuesto aprobado por el Gobierno para el año próximo agrega un elemento de conflicto e incertidumbre a un 2008 previamente cuajado de desafíos.

Los recortes presupuestarios, contrarios a la ley en los casos del sector salud y la Suprema Corte de Justicia, y la incomprensible reducción de las partidas a la Junta Central Electoral, ensombrecen el panorama nacional y plantean la posibilidad de choques entre los poderes, con las funestas consecuencias que supondrían en un año electoral, con un presidente corriendo por la reelección como si de ello dependiera cuanto ha logrado y representa.

Las sumas asignadas al sector educación demuestran una vez más que esa área, a despecho de cuanto se ha hecho en el sector, no figura como la prioridad que se alega, lo cual implica un retroceso en la lucha contra la pobreza.

El presupuesto propuesto para el Poder Judicial tiene varias lecturas. La primera sugiere una estrategia de negociación en el caso de los acuerdos con la Sun Land, pendiente de fallo en el más alto tribunal del país.

Una sentencia acogiendo la instancia de inconstitucionalidad elevada por el PRD debilitaría tremendamente la candidatura oficialista. El bajo presupuesto asignado a la justicia podría ser un elemento de presión para llegar a un arreglo que salve al Presidente de un fallo que le muestre ante el país como un violador de la Constitución, lo que cuestionaría seriamente la legitimidad de su mandato.

La otra lectura indicaría una absoluta indiferencia por la independencia de los poderes.

En cuanto a la JCE, las advertencias del tribunal electoral de que con ese presupuesto es imposible garantizarle al país unas elecciones de calidad, pone los pelos de punta y arroja sombras espesas sobre el panorama electoral. La sumisa actitud asumida por el liderazgo del Congreso oscurece más la situación.

Los augurios no podrían ser peores.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

¿Un ingeniero químico en el INDRHI?

Por MELVIN MATTJEWS

La primera virtud de un hombre de Estado es el buen sentido: cualquiera es bueno para gobernar, si posee la prudencia. (Eurípides).


Designar a un político, ingeniero químico, inexperto en el manejo de presas y aguas, en la exigente dirección ejecutiva del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), fue una decisión imprudente, típicamente reeleccionista y de mal gobierno adoptada por el Presidente Leonel Fernández, que condujo al “error humano” fatal, subyacente en el irresponsable desagüe masivo de la Presa de Tavera durante el reciente paso de la tormenta Olga.

La forma abrupta en que fue desaguado el embalse de Tavera, bajo el manejo desafortunado del INDRHI, ha sido señalada como la causa eficiente de la muerte de más de 50 personas, arrastradas por las aguas que anegaron parcialmente la provincia de Santiago y comunidades del noroeste, facilitando la obra destructora de la naturaleza.

La designación del químico Héctor Rodríguez Pimentel, quien no conoce al INDRHI, ni es ingeniero hidráulico, fue netamente politiquera. Se inserta dentro del esquema continuista del Presidente Fernández, quien ha puesto al servicio de su causa no solamente la burocracia estatal y el presupuesto nacional, sino toda la gravitación proveniente de un ilimitado ejercicio presidencial personalista, cuyo punto focal descansa en la violación consuetudinaria de la constitución –como el contrato de la Sun Land, por ejemplo--, la afectación de las instituciones y la inobservancia de normas prudenciales elementales, decisivas para evitar la escogencia de funcionarios movido por el cálculo clientelar.

Pero con el paso feroz de las tormentas Noel y Olga, la naturaleza –“la mejor maestra de la verdad”, al decir de San Ambrosio--, se ha cobrado con creces la imprevisión de un gobernante de vocación caudillista, capaz de nombrar al químico Rodríguez Pimentel, un hábil relapso, que se las ha ingeniado para ocupar funciones públicas en tres gobiernos de tres partidos distintos, con el propósito de atraerse el voto reformista.

El currículo de Rodríguez Pimentel, de 55 años, publicado en la página Web del INDRHI, revela más bien a un político perjuro que al ingeniero químico egresado de la UASD, pues parece que tampoco ha ejercido la profesión que estudia la constitución atómica y molecular de la materia y las interacciones específicas de sus constituyentes, según Lavoisier, el verdadero fundador de la química moderna.

Seguidor de Joaquín Balaguer desde principios de la década de los 80 en el PRSC, Rodríguez Pimentel logró desempeñarse como subadministrador de la quebrada aerolínea estatal CDA, administró el INAVI y alcanzó la senaduría de su natal provincia Montecristi.

Pero en el 2000 apostató del balaguerismo y logró que el Presidente Hipólito Mejía, cabeza del pepeachismo tantas veces calumniado por Fernández y el PLD, lo designara cónsul general en Puerto Príncipe, lo que no ha impedido sus críticas ácidas vertidas contra la pasada gestión, pero que facilitaron su enganche al plan reeleccionista actual a través del INDRHI, un puesto para el cual carece del knowhow de sus antecesores.

Una institución estratégica, la dirección del INDRHI ha sido respetada por casi todos los gobiernos. Organiza los trabajos de hidrología en cuencas, cauces y alvéolos de aguas nacionales, tanto superficiales como subterráneas, pero en la temporada de huracanes adquiere mayor relevancia, puesto que debe ser capaz de prevenir trágicas inundaciones como las recientes, manejando adecuadamente los sistemas acuíferos y las presas.

Su dirección ha sido tradicionalmente confiada a verdaderos expertos en manejos de cuencas hidrográficas, reconocidos a nivel internacional en virtud de su profesionalidad. Puedo citar, entre otros, a Leandro Guzmán, graduado en México, Silvio Carrasco, consultor del BID y Frank Rodríguez, el único técnico del PLD en esa materia --ha ocupado el puesto dos veces--, y a quien el Presidente Fernández sustituyó para nombrar a Rodríguez Pimentel, evidenciado por la NASA como manipulador de datos pluviométricos para justificar el peor desagüe autorizado por el INDRHI en toda su historia.

Ninguno de los tres hubiera adoptado tan fatal decisión.

El autor es periodista.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Por estar cazando reformistas

Sobre el Presidente Fernández recae la responsabilidad política de haber designado en el Indrhi a personas que no reúnen las condiciones de formación y/o experiencia necesarias para ello.

Por Guillermo Caram

Mucho se ha debatido sobre la responsabilidad del Indrhi en el manejo de las presas que provocaron enormes daños humanos y económicos en amplias zonas del país ante el paso de las tormentas Noel y Olga.

El titular de ésta institución llegó incluso a desligarse de responsabilidad, descargándola en un Comité en cuya designación participa y atribuyó las críticas a su condición de líder de un Movimiento con miras a reelegir a Leonel Fernández en primera vuelta; admitiendo implícitamente que fue nombrado para avenir a esa causa votos del PRSC.

En ningún momento del debate se ha recurrido al carácter institucional, regido por leyes, del Indrhi. Se acude a argumentos como si fuéramos “chivos sin ley”, con instituciones moviéndose en función del capricho arbitrario de sus titulares o de quienes los designan.

Se pasa por alto que el Indrhi es una institución creada por la Ley No 6 del año 1966, ratificada por la 64 del 2000. Su Art. 4 lo consagra como “la máxima autoridad nacional en relación al control, aprovechamiento y construcción de aguas fluviales (regulación o encauzamiento de los ríos y protección contra avenidas)…de . presas…y de centrales hidroeléctricas”. Y el literal d) de su Art. 5 le consigna la función de “administrar, controlar y reglamentar el aprovechamiento de las cuencas hidráulicas, vasos de almacenamiento…”.

Estas disposiciones no dejan dudas sobre la responsabilidad del Indrhi en el manejo de las presas. Y unido a todo sano principio administrativo reconocedor de una delegación de autoridad que no implique descargo de responsabilidades; ningún titular puede renunciarla.

Independientemente de responsabilidades civiles y administrativas que puedan recaer sobre los responsables del manejo dado a las presas; sobre el presidente Fernández recae la responsabilidad política de haber designado en el Indrhi a personas que no reúnen las condiciones de formación y/o experiencia necesarias para ello.

Y al autoincriminarse su titular, admitiendo que las críticas en su contra se deben a su condición de líder de un movimiento para procurarle votos reformistas a la reelección; incrimina con ello al Presidente por efectuar designaciones primando intereses partidarios y sacrificando la eficiencia del servicio.

Por estar cazando reformistas, el Presidente ha quedado estigmatizado en su responsabilidad política.

Guillermo Caram es político
guillermocaram_candidato@hotmail.com

viernes, 14 de diciembre de 2007

AMOR A QUISQUEYA "Renunciemos a la mitología cristiana"

Aquel viernes santo nunca se me olvidaría en toda mi vida. El frondoso árbol de mango sería testigo, por sus propias heridas, de mi temeridad. Durante mi niñez, “viernes santo” era para mí el peor día del año. Con su buena intención, pero con una falta crasa de conocimiento bíblico, nuestra abuela nos enseñó que durante ese día no se podía hacer prácticamente nada, solo rezar, comer pescado y estar callados y tranquilos. No se podía jugar, reír de forma destemplada, trabajar y mucho menos clavar en la madera.

Con doce y trece años, respectivamente, mi primo Víctor y yo teníamos una pasión descontrolada por el baloncesto. No éramos culpables de esto. Haber crecido en la ciudad cuna del baloncesto puertorriqueño, San Germán, nos obligaba en convertir este deporte en parte esencial de nuestras vidas.

Con el corazón casi por explotar le dije a mi primo: “Pásame los clavos y prepárate para subir el canasto que lo vamos a fijar en la mata de mango”. Mi familia había decidido pasar ese viernes mayor en la casa de una tía donde no había una cancha de baloncesto a diez kilómetros a la redonda.

Mi primo Víctor y yo construimos un canasto con un aro de una goma de una bicicleta vieja y con un panel de madera improvisamos el tablero. Solo faltaba clavarlo en la mata de mango, cosa que no se podría; “si clavamos en el árbol este sangrará, no se puede porque es viernes santo”.

Mi primo me pasó los clavos, tomó nuestra “obra maestra” por la parte inferior del tablero, lo subió lo mas que pudo y con el martillo en mi mano fuerte (la izquierda), clavé uno por uno los cuatro clavos para así poder saciar nuestro deseo de jugar básquet.

Sudando, mas por el nerviosismo de haber provocado al dios de mi abuela, finalmente fijamos el tablero con la canasta en la mata de mago. Claro está, no sangró como era de esperarse. Sentí que me liberaba de algo que en ese momento no entendía pero que cuatro años más tarde entendería: “Conoceréis la verdad y la verdad los hará libres”.

No me acuerdo la reacción de mi querida abuela. Han pasado tantos años que de verdad no me acuerdo. Si recuerdo con mucha claridad sentir un peso caer de mi corazón y desde luego jugar con mi amado primo “Vitin” hasta el anochecer. Ahora puedo entender que Dios, el Dios revelado en las Escrituras, se alegró conmigo. Ese “viernes santo” había traído bendición a mi vida. Comenzaba a despojarme de la mitología cristiana.

¿De dónde hemos sacado nuestra doctrina cristiana? ¿Del folklore, de la tradición de nuestros abuelos y padres; de nuestras propias ideas y conceptos? ¿Cómo es que algunos hemos sostenido nuestra fe sobre una mitología al igual que los antiguos griegos?

El problema de anclar nuestras vidas sobre dogmas anti-bíblicos es que le imponemos yugos y cargas pesadas sobre las personas. Mi abuela quería que yo temiera al Señor y que lo respetara por lo que utilizó “mandamientos” mitológicos para bendecir mi vida. Ella hacía lo que seguramente hicieron con ella. Esto logró que mi corazón rechazara y se rebelara hacia ese dios que me aterraba.

Ahora bien, no podemos construir nuestra cristiandad divorciada de la Palabra de Dios; viciada de tradiciones y supersticiones que contradicen la verdad sencilla y hermosa que el Espíritu Santo ha revelado en la Escritura. Esto provocará que las personas no deseen tener nada que ver con ese “dios” deforme por los mandamientos de hombres. Nuestros corazones quedan vacíos y poco anhelantes de Dios.

La Palabra de Dios nos muestra un Dios amoroso, un Padre justo que no da por inocente al culpable, pero perdonador; que en Cristo Jesús extiende su brazo de misericordia para todos lo que se arrepientan. Y desde luego, un Dios que se goza de ver jóvenes, entre otras cosas, jugando al básquetbol.

Los años pasaron y el Dios de la Escritura se reveló a mi vida cuando apenas yo tenía diecisiete años. Meses después, Doña Regina (mi abuela) le entregaba su vida al Señor a los casi ochenta años de edad. Liberándose por fin de todo un yugo de terror, confusión y oscuridad. Abrazó al único Salvador y Señor revelado en la Palabra de Dios, Jesucristo.

¿Mi primo Víctor? Este fue firmado en la liga de Baloncesto Superior, la liga más alta en Puerto Rico. Ganó un campeonato y un subcampeonato con los Indios de Canóvanas. Tuvo una carrera corta, seis años, pero fructífera.

Renunciemos a la mitología cristiana, que no es otra cosa que la cristiandad infectada de tradición, superstición y alejada del fundamento bíblico. Acerquémonos al Dios de las Escrituras. Abracemos la cristiandad a la manera de Cristo.

“Conoceréis la verdad y la verdad los hará libres”.
Juan 8:32

Joaquín Pérez – Popín
Pastor General FCAQ

La columna de Miguel Guerrero

Por: Miguel Guerrero

Muchos de los cuantiosos daños provocados por las tormentas Noel y Olga pudieron ser evitados si se hubiesen adoptados, en el momento oportuno, las decisiones correctas. Eso es innegable.

No podemos festinar una discusión tan importante para la nación bajo el alegato simple de que en situaciones de tragedia no conviene “politizar” el análisis de los hechos.

Eludir la oportunidad de fijar niveles de responsabilidad en los actos de los funcionarios públicos ante graves acontecimientos, sea de origen natural, como fueron los casos de las dos tormentas, o de naturaleza política, como lo sería y ya fue la firma de contratos o compromisos onerosos, sería desde todo punto de vista imperdonable.

Es de suma trascendencia determinar si en el caso de Noel, las autoridades responsables de velar por la seguridad de vidas y propiedades, no tuvieron el chance de prevenir las consecuencias con la adopción de acciones que nunca fueron asumidas o simplemente se adoptaron fuera de tiempo, cuando ya no surtirían efectos.

En relación a Olga se afirma en diferentes círculos que la apertura abrupta de las compuertas de la presa de Taveras fue una mala decisión que acarreó graves pérdidas humanas y materiales, con inundaciones nunca vistas antes en la región central del Cibao.

La fijación de responsabilidades debe conllevar sus consecuencias y las penalidades obviamente tienen necesariamente que guardar nexos con las derivaciones de esas decisiones.

La designación de funcionarios ineptos, sin la debida capacidad técnica y profesional en posiciones claves, sólo por necesidades partidistas, constituye también una falta imperdonable sobre la cual es necesario también aplicar sanciones.

El país no merece seguir pagando el alto costo de acciones políticas irresponsables que tantas desgracias han ocasionado a lo largo de nuestra historia.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

domingo, 9 de diciembre de 2007

La columna de Miguel Guerrero

Por: Miguel Guerrero

Una de las grandes discusiones aún pendientes en el país se refiere al papel de la iniciativa privada en el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Lo cierto es que este debate ni siquiera ha comenzado. Y su importancia estriba en un hecho incuestionable.

Todo el esfuerzo alrededor de este rol trascendental se ha limitado a los derechos empresariales, los que no siempre comporta un mejoramiento del clima democrático. Como en casi toda la América Latina, en nuestro país las fallas del sistema de libre empresa no se derivan exclusivamente de la injerencia estatal, por mucho que ésta haya entorpecido en el transcurso de los años su desarrollo y crecimiento

. Los defectos de nuestro muy peculiar régimen de libre mercado se deben también, y en gran medida, al propio sector privado.

Responden a los predominios de grupos, a los oligopolios y castas empresariales que han explotado hasta la saciedad el paternalismo estatal, invocando para su provecho la intervención del gobierno en la economía, a sabiendas de que muchas veces los privilegios trabajan en contra del propio sistema y de las oportunidades de los demás.

La teoría de la capacidad instalada ha sido esgrimida no siempre por el Estado, sino por grupos empresariales para evitar de esta forma la competencia o preservar irritantes concesiones.

Y vale peguntar: ¿Cuándo esas concesiones se reflejaron en el mercado, ya sea mediante un mejoramiento de los precios y de la calidad de los productos o mediante un incremento de la oferta? Es preocupante la tendencia a ver en toda denuncia de la especulación, el enriquecimiento rápido y desmesurado derivado de cierta actividad comercial o empresarial, una actitud contraria a la libre empresa, cuando por el contrario la fortalece. La realidad es que prácticas de esa naturaleza conspiran efectivamente contra un régimen de libre comercio.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

jueves, 6 de diciembre de 2007

A.M. - El sueldo 14

La gente ha recibido con alegría la aprobación en primera lectura de un proyecto de ley que otorgaría un sueldo para la compra de útiles escolares, a los empleados públicos y jubilados y pensionados.

El entusiasmo hay que moderarlo un poco para analizar las implicaciones del proyecto.

Lo primero que hay que definir es si se trata de un sueldo, o de un bono escolar. Si se tratara de un sueldo, sería imposible eliminar las distorsiones que una medida de esta naturaleza provocaría, pues no es lo mismo ganar 10 que ganar 100, y si se establecen proporciones sería peor.

Si se trata de un bono de ayuda escolar sería menos propicio a desigualdades porque los útiles escolares cuestan lo mismo para todos.

Pero volvamos a la parte ética del proyecto. ¿Debe darse un bono a alguien que esté pagando un caro colegio bilingüe para sus hijos? Por definición, esa persona está entre los de mejores ingresos del país.

¿Debe dársele el bono a quien no tiene hijos que vayan a la escuela? Eso sería enriquecimiento sin causa.

¿Debe darse por sueldos, incluyendo a todos los que ganan más de un sueldo en la administración pública? Se estaría beneficiando a numerosos parásitos políticos y ese no debe ser el propósito.

¿Debe darse el bono a aquellos que reciben libros, uniformes y calzado gratis del gobierno?

¿Y el sector privado? ¿Y los que no son asalariados?

Creemos que en el estado actual de nuestra organización estatal, crear un mecanismo justo y eficiente para administrar un sistema como el propuesto, es punto menos que imposible, amén de que no existe garantía alguna de que el dinero será utilizado para fines estrictamente escolares.

Pensémoslo mejor.

atejada@diariolibre.com

lunes, 3 de diciembre de 2007

La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero

Por acción de los gobiernos y a pesar de su ostensible incapacidad para atender con rigor y eficacia sus responsabilidades esenciales, el Estado dominicano ha ido creciendo de forma tan brutal que interviene o husmea en la vida de cada ciudadano, directa o indirectamente, haciéndole la vida una carga muy difícil de sobrellevar.

No existe de hecho una actividad social o económica de impacto que no esté de alguna forma ligada, atada, comprometida o asociada con el Estado, o paralizada por él.

Así, mientras falla en dotar adecuadamente a las escuelas de pupitres, no encuentra cómo darle ocupación a miles de médicos desempleados, no obstante las terribles deficiencias de los servicios de salud que presta, los gobiernos se empeñan en ensanchar su radio de acción convirtiéndose en instrumentos abrumadoramente dominantes.

Asumen tareas que en sus manos resultan tan amplias y disímiles como absurdas. El crecimiento del papel que los gobiernos se han otorgado a sí mismos con evidente señal de autoritarismo ha tenido como resultado la creación de controles excesivos y paralizantes de la actividad creativa nacional.

Para total desgracia nuestra, esos controles van más allá de la esfera de la economía. Concebidos teóricamente para garantizar suministros adecuados de productos básicos a la población, muchos de esos controles han terminado erosionando los canales normales de comercialización y abastecimiento.

No se trata de negar la trascendencia del papel del Gobierno en la vida de ésta o cualquiera otra nación.

El problema estriba, por lo menos entre nosotros, que al trascender su presencia por encima de lo que dictan sus obligaciones constitucionales, los gobiernos descuidan sus tareas fundamentales.

Y esto normalmente ocurre en detrimento de las propias responsabilidades adicionales que tratan de asumir. En definitiva ni una cosa ni la otra.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

sábado, 1 de diciembre de 2007

AMOR A QUISQUEYA "EL SAPO Y EL AMIGO ESCORPIÓN"

Sobre una roca inmensa y con sus ojos abiertos como luna llena, un simpático sapo observa el enorme caudal de agua que va río abajo. Su intención aparente es cruzar al otro lado. Toma unos minutos mientras dibuja en su mente el mapa de la ruta que tomará para cumplir su objetivo. Calcula con mucho cuidado sobre qué piedra saltará primero, luego la otra y la otra; en fin, trazar bien el pedregoso camino que lo llevará a su destino.

Su profunda concentración es interrumpida por un peligroso amigo, el escorpión, que lo saluda percibiendo las intenciones del anfibio. Mira las aguas también, pero con mucho nerviosismo. El intimidante insecto sabe de sus limitadas posibilidades de cruzar al otro lado por mayor que fuera su urgencia. Su torpe caminar y la incapacidad para dar grandes saltos de piedra en piedra, le declaraban una vez mas que sería una locura intentar el cruce.

Había mirado por lo menos en cuatro ocasiones las aguas y también al sapo. Tenía solo una opción: Preguntarle al sapo si lo podía cargar sobre sus lomos hasta el otro lado del río. Ahora, ¿quién convencería al sapo de semejante cosa? La urgencia se impuso: “Oiga amigo sapo; veo que está listo para cruzar. ¿Podría subir a sus lomos y así llegar al otro lado?” El sapo no podía creer semejante propuesta. Le responde con firmeza: “Claro que no. Sería la mejor manera de ambos morir. En medio del río podrías clavar tu ponzoña sobre mí; moriría en segundos y tú caerías ahogándote en las aguas. No me parece buena idea”.

El escorpión no se da por vencido e insiste con su propuesta. Ahora le añade una garantía: “No debes temer. Yo no soy estúpido. ¿Cómo podría yo clavarte mi ponzoña arriesgando mi propia vida? De ninguna manera. Además, recuerda el instinto de sobre vivencia que nos fue dado. No podría atentar contra mi mismo. Vamos, déjame subir a tus lomos”.

El saltarín lo piensa y le encuentra sentido a su ponencia. “Bien, sube. Pero no olvides que nuestras vidas están en juego”. El sapo da su primer salto a su tramo inicial. Da el segundo, el tercero, pero en el cuarto, el escorpión saca la ponzoña y la clava en el ingenuo anfibio. “¿Qué hiciste? Tú prometiste… tú dijiste”. El sapo trataba de reaccionar, pero ya era tarde, ahora era cuestión de segundos. Pero si sorprendido estaba el sapo, sorprendido también estaba el escorpión que le responde al sapo: “Bueno, verdaderamente no puedo negar lo que soy, soy un escorpión. Es mi naturaleza”.

La Biblia nos enseña sobre la caída de la raza humana, y los resultados de la misma. La naturaleza de las personas se volvió inclinada al mal. Tenemos en nuestro interior pasiones que se levantan como banderas ondeando sobre nuestras cabezas. Somos capaces de hacerle daño aun a la gente que decimos amar, las que juramos defender y cuidar.

La realidad de nuestra naturaleza pecaminosa la podemos observar manifestada en la vida diaria. La infidelidad matrimonial, el maltrato de niños en el seno del hogar. La vergüenza sobre los padres por la osadía de un hijo necio. El empleado de confianza robando a su patrón. El funcionario distinguido que toma y pone en su bolsillo lo del pueblo. El líder religioso que defrauda a su rebaño por predicar lo que no vive.

Personas que pensaron que eran incapaces de defraudar a los demás vieron y experimentaron que como el “amigo escorpión” tienen la capacidad de dañar y dañarse. Hogares destruidos, hijos heridos, padres deshonrados, ovejas dispersadas, empresas arruinadas, pueblos engañados, son los resultados de la ponzoña de nuestra naturaleza. El Apóstol Pablo se encontró de frente con su realidad:

“Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo?” Romanos 7:21-24

Ante esta dura realidad, el Apóstol se pregunta, y lo hace de manera ilustrativa, “¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo?” Allí mismo en el próximo verso lo contesta:

“Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 7:25

Jesucristo en la cruz nos da poder sobre el pecado y sobre nuestra naturaleza. Su Espíritu Santo nos da poder para vencer la tentación y someter nuestra vida a la voluntad de Dios. Nuestras “ponzoñas” llenas de pasiones desordenadas, envidias, avaricia, amarguras, ahora son convertidas en “ponzoñas” de amor y entrega por los demás.

Joaquín Pérez – Popín
Pastor General FCAQ