lunes, 7 de abril de 2008

Carta a Leonel Fernández

Santo Domingo, D.N. 07 de abril del 2008

Excelentísimo
Dr. Leonel Fernández Reyna,
Presidente de la República,
Su Despacho.

Señor Presidente:

No es secreto para nadie que la consternación y el desaliento dominan hoy a la sociedad dominicana, invitada por sus aspiraciones de perpetuarse en el Poder, a asistir al sepulcro de los principios éticos que enarboló el Partido de la Liberación Dominicana a raíz de su fundación por el Honorable Presidente y Líder del PLD, Prof. Juan Bosch.

Con o sin su aquiescencia, no pocos de los falsos parteros del honor que medran a su alrededor, han convertido esta campaña electoral en un burdel depravado, seduciendo algunos dirigentes de la oposición para que entren en el redil del transfuguismo, apoyando su reelección, a cambio de prebendas o privilegios pagados por la pobreza nacional.

Como consecuencia de lo anterior no me cabe dudas de que usted reduce su investidura de Jefe del Estado, al corromper la solemnidad de los actos del gobierno, para enviar desde el propio Palacio Nacional, imágenes degradantes donde se cambian de manera bochornosa, principios y valores por prebendas que no sólo engrosan la nómina estatal, sino que al mismo tiempo lanzan en el más profundo cieno a personas de la clase política dominicana.

Es evidente que el presente ejercicio gubernamental dista mucho de la transparencia y equidad requerida por nuestros ciudadanos y ciudadanas.

Desde la cúspide del poder se implementan diariamente, acciones que debilitan nuestras instituciones y lesionan seriamente el sistema democrático.

En su calidad de Presidente de la República, usted tiene la grave responsabilidad de gobernar para todos los dominicanos y dominicanas y no para una minoría partidaria. Se ha entendido siempre que un gobernante no debiera estar signado por la soberbia, la autosuficiencia, la intemperancia, el odio, la inescrupulosidad y la inequidad, sino todo lo contrario, abanderado de la concertación, el equilibrio, la moderación, la protección y el fortalecimiento de los valores patrios y la búsqueda permanente del bien común.

Cómo es posible entonces, que usted desperdicie la oportunidad de ser un ente de moderación y desarrollo del país, para convertirse en un perturbador y degradador de las mejores prácticas políticas.


El país transita un sendero peligroso y de imprevisibles consecuencias para el futuro de la nación. El ambiente político se enrarece cada vez más, con las graves y frecuentes denuncias sobre el uso masivo, abusivo e ilegal de los recursos del estado para favorecer su reelección.

Como Jefe de Estado, usted estaba en la obligación de auspiciar una campaña electoral transparente, en donde se garantizara a los partidos políticos participantes, la igualdad de oportunidades. Jamás debería utilizarse el cargo de Jefe de Estado, para auspiciar, sin límites alguno, todas las aberraciones propias de los peores momentos de nuestra historia, como hoy sucede.

Usted no tiene derecho a atropellar a nuestro pueblo como lo está haciendo. Los recursos del Estado no deben ser dilapidados en vulgar clientelismo político, emulando las más enojosas y deleznables prácticas despóticas de nuestra América Latina. Su accionar tiene acorralada a la nación dominicana y eso podría costarnos caro a todos, incluyendo a quien desde el gobierno propicia ese estado de cosas.

Vivimos en un país altamente vulnerable, con graves problemas sociales, y lastrado por males que parecen insalvables. Somos un país rico en recursos naturales, donde las energías del gobierno debieran estar conducidas a la construcción de espacios de gobernabilidad, a proponer políticas públicas que enfrenten la pobreza, la desnutrición, la insalubridad, el bajo nivel de escolaridad; a abrirnos espacios en el cada vez más globalizado mundo comercial y a promover todo cuanto pueda contribuir a cimentar una nación fuerte, estable, en crecimiento sostenible y sólidamente democrática.

Sin embargo, usted y su gobierno están violando la Ley electoral 275-97, con el uso abusivo e ilegal de los recursos del Estado en la campaña electoral. Violan también la Ley de Función Pública que prohíbe a los funcionarios pronunciar discursos electorales, distribuir propaganda política y participar activamente en campañas electorales.

Casi la totalidad de los Secretarios de Estado ocupan posiciones relevantes en la dirección de la campaña electoral del PLD y cuando se les reclama un cese a esta violación, salen con argumentos peregrinos de que esa Ley no puede ser retroactiva y que ya el comité de campaña estaba creado cuando dicha Ley fue aprobada. ¿Cómo es posible retorcer la ley?

De igual manera, Usted y su gobierno violan sistemáticamente la Ley de Contrataciones y Concesiones del Estado, la Ley de Presupuesto y la Ley de Acceso a la Información Pública, entre muchas más.

Señor Presidente, la historia, ese juez inexorable, se encargará algún día de evaluar los graves daños que su actitud está provocando a la sociedad dominicana y ojala que no sean palabras admonitorias, aquellas pronunciadas por Joaquín Balaguer, de quien usted se ha declarado admirador y seguidor, cuando en uno de sus discursos recogidos en “la Voz del Capitolio”, señaló: “Ay de los partidos que vuelven la cara atrás y después de haber salido al campo de la lucha con una bandera revolucionaria, la bajan para sustituirla por una bandera distinta, abdicando de sus ideales con el pretexto de que “estamos obligados a la transacción y al compromiso para realizar el proceso revolucionario prometido”.

Ayer, la República Dominicana estaba dividida entre corruptos y peledeístas, y hoy, ¿cómo estará dividida?, cuando justamente miles de peledeístas han sido echado de su lado para dar paso a seudos dirigentes opositores cooptados mediante las más burdas de las hazañas corruptas que se haya registrado en la historia gubernamental.

Lo que define hoy día al núcleo ideológico del grupo que le rodea no es el conservadurismo, sino el absolutismo y recuerde que la ambición desmedida puede convertirse en avaricia y en un deseo frenético de triunfar a toda costa, aún sea pisoteando las más elementales normas de respeto hacia los demás.

Más que en ningún otro momento de nuestra historia, necesitamos impulsar nuevas utopías, nuevos referentes y nuevas formas de hacer política. La política no puede seguir haciéndose sobre la base de la destrucción de los adversarios, olvidándonos que todos formamos parte del sistema y que una agresión a un órgano del sistema es una agresión a todo el sistema.

Si usted lograra la destrucción del sistema de partidos será su propia destrucción. La desarticulación de la democracia agregará también un colofón indecoroso a su carrera política.

La dignidad permanecerá. Resistiremos heroicamente la suma de todas las barbaries que se vienen cometiendo contra el Partido Reformista, los partidos de oposición y grupos de la sociedad civil que hemos decidido transitar un camino diferente, enfrentando con seriedad a su gobierno y a su política de hambre, miseria e ineficiencia de los servicios públicos fundamentales.

Usted tiene el mazo y está golpeando duramente e innecesariamente a nuestra organización, el Partido Reformista Social Cristiano, que sólo está participando del juego democrático y procurando el legitimo derecho de la alternabilidad en el ejercicio del poder. Sin embargo, quiero recordarle al afamado poeta inglés John Donne, quien inspiró con uno de sus mejores pensamientos, a nuestro inmortal Ernest Hemingway para escribir en 1940 su novela “Por quién doblan las campanas”.

Escribió John Donne y repitió Hemigway: “Ningún hombre es una isla en sí mismo; cada hombre es parte de tierra firme; si un trozo de tierra es arrastrado por la marea el continente disminuye. La muerte de cualquier hombre me hace más pequeño, porque soy parte de la humanidad, por tanto no preguntes por quien doblan las campanas, doblan por ti”

Siéntase usted en el pináculo de su gloria. Siga golpeando duramente a los que como yo, tenemos la responsabilidad de decirle basta ya de tantas ignonimias. Y recuerde, Presidente, que en el mundo terrenal nada es eterno, ni inmutable, ni inconexo, y que todo lo que sube tarde o temprano tiende a bajar. Es su responsabilidad, cuando le toque bajar, hacerlo lleno de gloria, o cubierto por oropeles de oprobios e infamias contra el pueblo dominicano.

Finalmente, en mis reflexiones, que muchas veces no encuentran explicación lógica, lo asocio a aquel joven romano, artista y poeta, soñador de la Grecia antigua, que sin él pensarlo ni soñarlo, por artificios de Séneca, llego a ser emperador de Roma, y a quien por sus malas obras la posteridad lo ha convertido en la referencia de la maldad, seria una pena que así terminasen sus días.

La historia lo juzgará.

Ing. Federico Antún Batlle
Ciudadano y Presidente del PRSC.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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