viernes, 7 de marzo de 2008

Amor a Quisqueya "El principio del cambio"

Era un viaje de dos horas y media desde San Juan a mi querido pueblo de San Germán. Eran tiempos, los años 80’, de mucha efervescencia política en Puerto Rico. Época en que las discusiones del estatus político puertorriqueño no se daban únicamente en las tertulias de los adultos, también a muchos adolescentes como yo nos interesaba no solo entrar en la discusión, sino también participar de alguna manera en acciones que traerían cambios a la Isla.

A mis catorce años de edad, y claro con la oposición de mi madre y mi abuela, comencé a militar en un grupo de izquierda. La visión era clara: la independencia de Puerto Rico. La soberanía nacional nos daría poderes para desarrollar una sociedad más justa para todos; un desarrollo económico sobre la base de la justicia social; nos daría presencia en los diferentes foros internacionales donde las naciones se sientan a tomar decisiones que al fin y al cabo nos afectan a todos. En fin, el nuevo hombre, el nuevo orden.

Así que allí voy yo con un grupo de patriotas regresando a nuestro pueblo luego de una marcha-protesta contra la presencia armada de los Estados Unidos en la tierra de Hostos, Borinquen. No recuerdo bien en que momento del trayecto mis pensamientos hablaron mas fuerte que las conversaciones y discusiones de mi compañeros.

Creo que fue, mirando ahora retrospectivamente, un llamado de Dios a mi conciencia. “¿Es con estas personas que haremos una gran revolución social?”. Podía ver los rostros de algunos de mi compañeros que de primera mano sabía que estaban metidos en problemas serios: Uno atado a las drogas, otro, un gran patriota pero vencido por el alcohol; otro, hasta comentaba que a su regreso a la ciudad iría directamente donde “la otra”, no donde su esposa; otro, era una persona adinerada y divorciada de los sectores marginados de la sociedad. ¿Entonces…? ¿Quién es el modelo del nuevo hombre, para el nuevo orden social? De más está decirte que no pasaría más de año y medio que me uniría al clan del más excelente revolucionario en toda la historia de la humanidad… Jesús de Nazaret.

Con Él aprendí el principio del cambio. Dios, el Todopoderoso Creador de los cielos y la tierra, quiso que yo cambiara, por lo tanto cambió. Tomó forma de hombre siendo Dios; siendo Rey y Señor de todo el universo se hizo siervo de todos, para que todos fueran cambiados y transformados. A esto le he llamado “el principio del cambio”… Una verdadera revolución.
Pretendemos cambiar las cosas de las altas jerarquías del Estado Dominicano, perdiendo de vista que esa jerarquía es producto de la sociedad misma, cuya célula y columna principal es el matrimonio. Y es esa célula la que determina la salud de toda la sociedad en la que vivimos. Por eso Jesús, el verdadero revolucionario, transformó la historia no desde un palacio en Jerusalén sino desde los hogares y las pequeñas comunidades de Palestina.

¡Eso es poder, eso es verdadera revolución! Trayendo cambios, con su cambio. Revolucionando la vida de millones de personas y por ende naciones, que al cabo que dos mil años hemos sido marcados por su amor. (De ninguna manera ignoramos que desde el estado se pueden llevar a cabo reformas que puedan aportar a dicho cambio, pero no cambios fundamentales).

¿Qué candidato presidencial podrá prometer y traer cambios a la estructura familiar? Célula que ves más azotada, cada vez más enferma, traumada y lacerada por los divorcios, violencia, infidelidad conyugal, la miseria, la inmoralidad sexual, la deshonra a los padres, el incesto, la falta de integridad. Familias que critican a los gobiernos por su corrupción e indolencia, pero se roban la luz, el cable, piratean los DVD, CD y todo lo que se pueda para evitar pagar en legalidad. Que son indolentes a la necesidad emocional y moral de sus componentes. Que pueden tener hijos de varias relaciones “amorosas” como una manera, sin saberlo, de coleccionar miseria y destrucción.

¿No son los gobiernos frutos de nuestra condición? ¿Queremos ver cambios en la sociedad y en el Estado? Cambiemos nosotros. Un tumor canceroso es señal de que una microscópica célula se enfermó y lo trajo a todo el cuerpo. Un estado corrupto (y no escribo como el que juzga, sino como el que reflexiona) es señal de hogares y matrimonios corruptos. Los cambios se generan de lo individual a lo colectivo. Lo colectivo no siempre trasforma para bien al individuo. Eso sabía Jesús, que el Che no sabía.

“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre…” Filipenses 2:5-9

C. Joaquín Pérez – Popín
Pastor General FCAQ
amoraquisqueya@hotmail.com

1 comentario:

sheila dijo...

Hola saludos desde Aibonito, P.R. le pedi tu paguina a Mildre para ver si ustedes tienen un programa para adolesente por ejmpl: misionero, nesesitamos mi esposo y yo saber si lo tienen y cuanto ($) es para empesar desde ahora ahorar pq seria para el verano que biene, por favor, si nos devuelve la respuesta al sheilaivette27@hotmail.com o al Calderonmiguelangel@hotmail.com, gracias