viernes, 18 de enero de 2008

AMOR A QUISQUEYA "Un año nuevo, vida nueva"

El pequeño Jairo, mientras su padre iba a la ferretería por una brocha de mayor tamaño, aprovechó para curiosear en la habitación que su progenitor a apenas comenzaba a pintar. Se encontró, entre otras cosas con la pintura de esmalte color marrón que su padre recién había abierto para probar sobre la puerta de madera.

No bastó solo con mirar, sino que introdujo su tierna manita en la lata del aceitoso líquido. Extrañando su mamá la presencia de su niño fue a ver lo que este hacia, pues el silencio del chico cuatro añero delataba que en algo andaba. Efectivamente. Su manita estaba cubierta de la espesa pintura hasta poco mas de su muñeca.

La carita del pequeño Jairo reflejaba su angustia de ser sorprendido en semejante travesura. Intentó esconder su manita tras sus espaldas pero era muy tarde. “Muchachito, ¿qué estás haciendo?”. Con la carita como quien ruega por piedad y la vocecita entre cortada el chiquito solo responde: “No lo vuelvo a hacer”. Pero ese no era el único problema que enfrentaría Jairo. La pregunta obligada es: ¿Quién limpia su manita?

Un año nuevo recién comienza. Promesas de “nunca mas lo vuelvo a hacer” algunos hemos hecho. Pero como Jairo sabemos las consecuencias de muchos deslices y acciones, en ocasiones hasta deshonestas, que durante el año que acaba de pasar cometimos con toda alevosía.

Como Jairo escondiendo la manita tras la espalda, olvidando que Dios es el Viviente que nos ve, que no puede ser burlado nunca. La pregunta es obligada también es para nosotros: ¿Quién limpia nuestras “manitas” de nuestras locuras durante años anteriores y así comenzar una verdadera vida nueva?

“Manitas” que en ocasiones las embarramos de adulterio, inmoralidad sexual, mentiras, robos, falsos testimonios, engaños, envidias, amarguras, promesas incumplidas, enemistades, pleitos, chismes, enojos, borracheras, hechicería; y un sin números de acciones mas, que nos descalifican para disfrutar de la gracia y la bendición de Dios.

La travesura del pequeño Jairo puede ser “limpiada” con un trapito mojado con gasolina. Nuestras travesuras solo se limpian con la sangre de Cristo. Jesús murió en una cruz tomando nuestro lugar. No puede haber un nuevo comienzo sin ser lavados con la sangre del Cordero de Dios.

Pretender comenzar de nuevo como si pudiéramos nosotros mismos borrar o quitar “la pintura de nuestras manos” (el pecado) es ignorar la consecuencias de nuestros hechos. El pecado nos separa de Dios. Trae consecuencias a corto y a largo plazo sobre nosotros y nuestras familias.

Para una vida nueva en este año nuevo, entreguémosles nuestras vidas al Señor y Rey, Jesucristo. Después de todo un año nuevo nos sugiere una vida nueva.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”.
2Corintios 5:17

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