miércoles, 30 de enero de 2008

¡Otra estafa!

POR LILLIAM OVIEDO

Cuando Leonel Fernández proclama que necesita continuar en la Presidencia de la República, apuesta a la efectividad de los recursos publicitarios para presentar como bienestar de las mayorías la bonanza de que disfruta una minoría injusta e ilegalmente privilegiada. Y también a borrar la memoria. A hacernos olvidar que, hace muy poco tiempo, decenas de dominicanos y haitianos murieron por la improvisación y la indolencia de la gestión que él pretende prolongar. Un primer grupo cuando a finales de octubre no se les informó que la tormenta Noel azotaría, y a un segundo grupo (la cifra no se ha determinado porque se trata de gente pobre) cuando en diciembre las aguas de la presa de Tavera fueron arrojadas en forma repentina por los suelos del Cibao.

La otra figura mayor en la rebatiña cuyos protagonistas llaman proceso electoral, Miguel Vargas Maldonado, responde como si no quisiera responder. Y lo hace sólo porque Leonel Fernández le lanzó algunos insultos el pasado domingo cuando fue proclamado candidato del Partido de la Liberación Dominicana y de varios grupos integrados por reconocidos oportunistas.

Ensaya una respuesta, y logra sólo una hilera de frases, vacuas como su propaganda de campaña. Porque también él apuesta a la efectividad de la mentira y al olvido. Intenta presentarse como diferente, y ha ejercido con desfachatez la politiquería. Impuso su candidatura con una inversión millonaria en tráfico de lealtades, y sigue invirtiendo dinero para hacerla parecer como legítima.

En los discursos que pronuncia porque no siempre puede hablar a través de sus bien pagados voceros y sus desacreditados alabarderos, presenta también una sarta de promesas que no le alcanzan para ocultar que sólo puede dar más de lo mismo, porque es hijo legítimo de este sistema político, hijo, a fin de cuentas, de mal padre.

Ninguna diferencia guardan las obligadas peroratas que ha pronunciado Miguel Vargas con la que se escuchó el pasado domingo en la voz de Leonel Fernández. Ambos prometen hacer desde la Presidencia de la República lo que no han hecho en muchos años de inserción en el poder. Prometen extender las limosnas y definen como paraíso una situación en la cual las minorías privilegiadas ejercen con mayor desfachatez el despilfarro y exhiben con mayor descaro el lujo, mientras las mayorías deben esperar pacientemente alguna dádiva... Como hace siglos.

Son beneficiarios directos de los “aportes” de los poderosos y como funcionarios han tenido la oportunidad de recibir ingresos superiores al medio millón de pesos cada mes.

El soporte de su legalidad es un grupo de voceros y multiplicadores, premiados también con sueldos millonarios y autorizados a convertir en dádivas los recursos del Estado, con los cuales se ha debido financiar el desarrollo económico y social.

Entre luces y estrellas creadas por la luminotecnia para rodear la imagen de Leonel Fernández el pasado domingo, se escucharon las mismas expresiones mesiánicas: “En estos momentos de turbulencia financiera que vive el mundo, lo que más conviene para la República Dominicana es consolidar sus logros obtenidos”.

Como había dicho antes que Juan Bosch y Joaquín Balaguer (padre del adefesio al que sus continuadores llaman democracia) le entregaron el cetro, no es de extrañar que intente abordar con él en las manos el oneroso Metro cuya construcción ha priorizado renunciando a aplicar políticas dirigidas a reducir las altas tasas de mortalidad infantil y materna que él mismo no puede desconocer.

Esta apariencia se construye con recursos tecnológicos modernos y concepciones medievales y se exhibe para retrasar la toma de conciencia. Para impedir que las mayorías reclamen lo que les pertenece.

Para no responder por la muerte de cientos de personas; para no reconocer que son de la misma camada que el burdo politiquero que con recursos del Estado compró un helicóptero y cubre las apariencias repartiendo pollos y colchones... Para no responder por las reiteradas estafas y seguir preparando la próxima. ¿Qué calificativo ponerles? Cualquiera que sea publicable les quedaría pequeño.

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