Con los últimos nombramientos del presidente Leonel Fernández mucha gente ha estado recreando al extinto presidente Joaquín Balaguer, aunque en honor a la verdad hay que decir que el actual jefe de Estado lo ha superado. Que se recuerde, un paquete como el actual no es fácil de encontrar en el accionar del viejo caudillo, quien con frecuencia sustraía adversarios políticos atraídos por la magia de los decretos presidenciales.
Es obvio que el presidente Fernández está tratando de agregar sectores y votos a su proyecto de la reelección. Lo cierto es que en materia electoral poco importa la calidad de los electores, pues en los cálculos matemáticos todos valen igual. Sin embargo, en la política la matemática no tiene un sentido lineal y por tanto no siempre dos más dos son cuatro.
Habría que ver si el mandatario recogiendo todo lo que encuentre en el camino e incorporándolo a la administración pública logra darle a su gestión un sentido positivo, o si por el contrario agrava las críticas de la opinión pública a su actual mandato.
El Gobierno y el presidente Fernández han estado perdiendo aprecio en la valoración pública y estas designaciones poco o nada contribuirán a mejorar la idea de la población respecto a los resultados que ha arrojado la dinámica oficial en estos tres años.
Hay un partido grande que está inconforme con los resultados y quizás es ahí donde el mandatario tiene que procurar aliarse. Ese partido grande está referido a la población electoral, que además siempre vota procurando mejorar su situación y por sentirse cómoda.
Estas designaciones parecen tener un efecto negativo, al menos de entrada. Ahora tendríamos que ver si a mediano plazo ese efecto se revierte para favorecer el proyecto reeleccionista del mandatario, que sin duda ha superado con estas decisiones el accionar del viejo caudillo, el que muchos están recreando ahora.
Persio Maldonado Director del Nuevo Diario
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