Amor a Quisqueya "Carta abierta a Pastor Pacho"

El pasado domingo 20 de enero, mi amado amigo y hermano Francisco Cortés, Pacho, fue el predicador invitado en nuestra iglesia. No era la primera vez que lo hacía. Por los pasados ocho años era costumbre obligada en nuestra congregación la invitación de nuestro querido hermano.

Esta vez sería diferente. No solo nos predicaría la poderosa Palabra de Dios, sino que también se despediría de la Fraternidad Cristiana Amor a Quisqueya, esta vez sin garantías de un pronto regreso.

El que fuera pastor-fundador de la Comunidad Cristiana La Vid junto a su amada esposa Milena, anunciaba su regreso a su país de origen, Colombia, luego de más de ocho años en Jarabacoa.

A los que amamos esta familia colombiana, tanto a su congregación la Vid, como a los tantos amigos e iglesias cristianas de la ciudad, nos creó tristeza el anuncio de su salida. Para los más íntimos, que conocíamos que Dios tiene cosas mayores para ellos, esta vez en su amada Tierra Colombiana, el anuncio no era sorpresa; pero no dejaba ser una salida dolorosa.

Para mi esposa Anabel, mi hija Ana Gabriela, la cosa no quedaría allí. El día de la visita del Pastor Pacho a la iglesia, que nos honramos en dirigir, nos encontrábamos fuera del país cumpliendo entre otras cosas con compromisos ministeriales y asunto personales en Puerto Rico.

Vaya sorpresa que nos llevamos cuando vimos nuestro programa de viaje y nos percatamos que coincidía con la despedida de mi amado amigo. Así que ese domingo 20 de enero desde San Juan, muy temprano en la mañana prendí el computador y escribí una carta para que fuera leída en público esa tarde en el servicio de la “Fraternidad” luego de la predicación del Pastor Pacho.

Esta carta la hago pública para compartirla con los lectores de esta columna. Confiando que sirva esta carta para hacer público el respeto, el amor y la comunión que tuvimos estos dos amigos y compañeros de ministerio; comunión, respeto y amor que ahora serán puestos a prueba por la distancia.

20 de enero 2008
San Juan, Puerto Rico


Amado hermano Pacho:

Posiblemente hace más de ocho años que nos conocemos; que hemos estado juntos compartiendo con gozo, edificándonos mutuamente y soñando para Dios con una Jarabacoa llena de Su presencia. Pero es la primera vez que entiendo que debimos estar juntos y no pudo ser.

Siento que debí estar allí junto a ti. Parecería que Dios tiene reservada otra cita para nosotros. Confío que así será. Que esa fecha ya Él la tiene en su bendita agenda.

Tanto Milena como tú, han sido de tanta bendición para nuestra ciudad y para nuestro país. La Palabra que sembraron dará fruto para la eternidad; las oraciones que elevaron por una visitación sobre esta tierra no serán ignoradas por el Cielo; las personas alcanzadas y tocadas por ustedes, tanto inconversos como creyentes, nunca los olvidaremos; la tierra que pisaron será como de ustedes; la hoja de su servicio en Jarabacoa será guardada por Dios para el Gran Día.

Quisiera que al salir por las puertas de nuestra ciudad echaras un último vistazo (por el momento, el último solo Dios sabe) a la ciudad, la gente por las calzadas, el peculiar tránsito en la calles, los estudiantes, los comercios, etc. Y salgas sonriendo con satisfacción, gozándote y creyéndolo: Jarabacoa no es y no será la misma jamás y no olvides que ustedes fueron parte de eso.

Con todo mi amor les bendigo, a ti y a tu familia; con todo mi corazón tendré la mano extendida para lo que Colombia y ustedes necesiten de mí; con toda mi fe bendigo tu salida; y con mucha esperanza espero nuestro reencuentro.

Con todo mi amor,

Popín

Joaquín Pérez – Popín
Pastor General FCAQ