En las cuatro últimas ocasiones que el Presidente se ha visto obligado a dirigirse a la nación, ha descartado el tradicional formato de mensaje presidencial, grabado o en directo. Sus asesores, o él mismo, han elegido una puesta en escena muy pensada en la que él recibe el apoyo incondicional del auditorio, entre otras cosas, porque el escenario y la selección de los invitados no permite otra posibilidad. O se arropa con funcionarios (Hernández y Bengoa en butacones), o por empresarios (en el caso del Seguro Familiar de Salud), periodistas (en el caso de la Sun Land) o por todo el “mundo mundial", como el pasado jueves.
El mensaje: “Ni estoy solo, ni he perdido mi magia". Anula posibles disidencias (no procede que un empresario o periodista cuestione al Presidente de la República en el Salón de las Cariátides en un acto ante las cámaras de televisión) y se ahorra las explicaciones.
Sus asesores parecen decididos a combatir la imagen de político frío y desconectado del pueblo. No pierden ocasión de subir a un niño a escena, (¡hasta el 27 de Febrero!) aunque lo de cargarlo en brazos todavía está lejos. Se presenta cada vez más religioso, cuidadosamente equidistante entre católicos y evangélicos, no se vaya a disgustar un banco de votos.
El discurso post "Noel" fue alarmantemente vacío. No hacía falta hacernos llorar, -eso ya lo sabemos hacer solos, queríamos ideas- pero marca una nueva línea de teatralidad que rebaja el debate político e institucional a sus mínimos. Y esa mañana, en el Congreso, 5,000 millones más en bonos, sin dar muchas explicaciones.
IAizpun@diariolibre.com
El mensaje: “Ni estoy solo, ni he perdido mi magia". Anula posibles disidencias (no procede que un empresario o periodista cuestione al Presidente de la República en el Salón de las Cariátides en un acto ante las cámaras de televisión) y se ahorra las explicaciones.
Sus asesores parecen decididos a combatir la imagen de político frío y desconectado del pueblo. No pierden ocasión de subir a un niño a escena, (¡hasta el 27 de Febrero!) aunque lo de cargarlo en brazos todavía está lejos. Se presenta cada vez más religioso, cuidadosamente equidistante entre católicos y evangélicos, no se vaya a disgustar un banco de votos.
El discurso post "Noel" fue alarmantemente vacío. No hacía falta hacernos llorar, -eso ya lo sabemos hacer solos, queríamos ideas- pero marca una nueva línea de teatralidad que rebaja el debate político e institucional a sus mínimos. Y esa mañana, en el Congreso, 5,000 millones más en bonos, sin dar muchas explicaciones.
IAizpun@diariolibre.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario