sábado, 3 de noviembre de 2007

DEL OTRO LADO "Los hijos de Vincho y La Multitud"

Por: Víctor Víctor

Se equivocaron. Estos jóvenes se entrenan en indomable rebeldía contra el adocenamiento cultural y político; buscan que la justicia social caracterice las acciones del gobierno.

Los hijos de Vincho, en su teatral defensoría televisada “God Saves Ramoncito”, casi elevan a la categoría de valor social figuras como la violación a la ley de bancos, el engaño y otras glorias; ellos han acusado a los miembros de La Multitud de ‘jevitos’ y drogos.

Se equivocaron. Estos jóvenes se entrenan en indomable rebeldía contra el adocenamiento cultural y político; buscan que la justicia social caracterice las acciones del gobierno; no soportan la “lambonería”, defienden el paisaje de la ciudad, acuden en ayuda de los excluidos, hacen campañas para salvar el patrimonio cultural de lugares olvidados y rechazan los desmanes de quienes soportan la barbarie del capitalismo inmoral.

Los de La Multitud no son drogos, se ejercitan en una práctica política alejada del pragmatismo que caracteriza a los partidos-chatarra.

Ninguno tiene más de 30 años, son profesionales, estudiantes universitarios, trabajadores o empleados, decididos a no comer la dieta del clientelismo político que ofrecen los partidos electoreros.

Comprendo que Los hijos de Vincho se equivoquen al juzgar a estos jóvenes decididos a ser mejores que ellos, a superar el insulto y el “manipuleo” a través de los medios para tratar de callar la voz de los justos.

Los hijos de Vincho acusaron a los de La Multitud porque organizaron una protesta para manifestar su desacuerdo con la sentencia que cantó a su cliente un trío de jueces no tan jóvenes. No hay que esconder tras mentiras lo indefendible.

La clara y notable adicción al dinero de los hijos de Vincho, explica sus acusaciones. Tras esa viciosa conducta se comprende la vacuidad de una filosofía que perece ante la conducta de jóvenes caza-verdades.

Los hijos de Vincho deberán excusarse con los de La Multitud, pero sobre todo tendrán que explicarles cómo es que, temprano en las mañanas, predican valores morales tan alejados de los que pocas horas después usan para defender a los sometidos bajo la acusación de dolo, asociación de malhechores, lavado de activos y de abuso de confianza. ¿Será adicción, locura o cuestión de estilo?

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