sábado, 3 de noviembre de 2007

Noel y Leonel: de tragedias y errores

READING, PA.-Ahora resulta que algunos pretenden que no se hagan cuestionamientos políticos al presidente Leonel Fernández por su responsabilidad ante el muy pronosticable y previsible desastre de la tormenta Noel y que tampoco es el momento de señalar culpables, sino de "reconstruir" el país. Esperemos que no lo reconstruyan de la misma forma, porque el desenlace se va a repetir.

La primera parte de la pretensión es perfectamente recomendable, para aplicársela a los políticos que insensibles ante la tragedia, siguen en campaña, enrostrándole al gobierno actual los mismos descuidos en los que ellos incurrieron cuando estaban al frente de la administración pública, o en los que incurrirán, (y eso se puede pronosticar sin márgenes de error), si llegan a tener acceso a esas posiciones.

Esos políticos como los del PRD Y PRSC que critican hoy lo que harán mañana o lo que hicieron ayer, o como los del PLD, que hacen hoy lo que criticaron ayer y lo que criticarán mañana, lo que dan es asco.

Sin embargo, tan repudiable como las críticas politiqueras de sujetos con los mismos perfiles ideológicos, el mismo pragmatimo ético y la misma incompetencia del presidente Fernández es la pretendida apoliticidad de los seguidores de este, que no han acabado de cuantificar las pérdidas en vidas y bienes de las que ellos y su Presidente son ahora mismo los principales responsables, cuando saltan a la defensiva a exigir que nadie se queje y que mucho cuidado con hablar de quienes tienen la culpa. De hecho, es de temer que lo único que el presidente Fernández esté haciendo ahora mismo, en medio de la catástrofe, es politiquería y clientelismo de campaña, como ya ha hecho antes.

En su anterior gobierno, en Septiembre del 1998, el huracán Georges azotó la República Dominicana, en circunstancias y con consecuencias tan similares a las de hoy, que hacen imposible considerar como contingencia sorpresiva, lo que tiene mucho de negligencia recurrente y de imperdonable descuido. Y por si él y su equipo se habían olvidado del asunto, ahí estuvo la tragedia de la inundación de Jimaní, en Mayo del 2004, durante el gobierno de Hipólito Mejía, para recordares la urgente necesidad de tomar en serio asuntos absolutamente prioritarios, como el plan de prevención y manejo de desastres.

Con Noel, el gobierno de Leonel Fernández repitió el más grave de todos los errores que cometió hace nueve años con Georges: no informó, ni advirtió adecuadamente a la población y no inició a tiempo los operativos del Plan Nacional de Emergencia, que aunque existe desde 1983, y que para lo único que ha servido hasta el momento es para alimentar a los ratones en las oficinas donde se guardan esos archivos.

Aparte del error mencionado, el presidente Fernández también está repitiendo la misma fórmula que tiene patentada en la confrontación de la realidad: operativitos para poner parches y muchas promesas populistas. Todavía el gobierno tiene damnificados del ciclón David de 1979, (¡Hace casi 30 años!) y lo mismo que les debe a aquellos, se lo está prometiendo a estos.

Desde luego, que se pondrán los habituales tapa goteras con las que estos gobiernos de irresponsables e ineptos enfrentan crisis, especialmente ahora, cuando es indispensable ofrecer algún indicio de diligencia, con las elecciones al doblar la esquina. Pero todo volverá a repetirse dentro de un tiempo. Y me excusan los que quieren que otros sean optimistas a punta de pistola. Es posible incluso que dada la falta de previsión del gobierno y los cambios climáticos globales, los desastres sean peores y más frecuentes.

Nuestra bella y querida República Dominicana es un país con condiciones geológicas, topográficas y geográficas que la hacen muy proclive a los desastres naturales. No solo está en el "trayecto del sol", sino en el trayecto favorito de los huracanes tropicales, (desde 1873 hasta hoy ha sido azotada por unos 70 ciclones, de los que dos o tres han destruido casi totalmente a Santo Domingo y muchos han desmantelado otras zonas) y la atraviesa un sistema de ‘fallas’ tectónicas que mantienen bajo una permanente, pero habitualmente soslayada, amenaza sísmica.

Una parte de los desastres es imprevisible y no son culpa de Dios, ni del Diablo, ni del gobierno, sino que corresponden a fenómenos naturales dentro de la evolución y dinámica de nuestro planeta.

Pero aparte de lo que no se puede evitar, hay variables sociales, que van desde la irresponsable depredación ecológica local (y de la global, especialmente por parte de gobiernos como el de Estados Unidos), hasta la simple miseria y la falta de planificación para los asentamientos poblacionales, en las que se tiene que intervenir con voluntades y propuestas políticas.

Esas voluntades son justamente las que les han faltado a gobiernos como el del presidente Fernández, o al de Hipólito, o a los de Balaguer, demasiado entretenidos en desfalcar al país, como para preocuparse por sus problemas estructurales y riesgos conocidos.

Al mismo gobierno que es tan cuidadoso renovando permanentemente las flotillas de yipetas del Presidente y los funcionarios, para que estos puedan exhibir su opulencia en vehículos de último modelo, no se le ocurre ir a Villa Altagracia, a comprar un par de yolas para rescatar a alguna familia encaramada en un árbol, rezando inútilmente por un milagro que no ocurre.

Al sentarme a escribir esto, me siento exactamente igual y con las mismas mortificantes expectativas que cuando hace tres años y medio reflexionaba sobre aquel desastre de Jimaní, durante el gobierno de Hipólito.

Recuerdo que aquella vez no pude resistir las imágenes en la televisión y ahora es igual. Con sólo leer los titulares se me hace un nudo en la garganta y siento un peso en el corazón. Sé que muchos dominicanos y dominicanas se encuentran igual y que al margen de sus cegueras políticas saben que esto no está bien. Y que no tiene justificación. Por más domesticado que esté un pueblo tiene que percibir que aquí hay algo que anda terriblemente mal.

También me tocó sentir y escribir algo muy parecido cuando Georges y francamente, pasarse la vida dando vueltas en el mismo punto resulta tan angustiante y desolador. y tan desesperante, que yo no me explico cómo es que un país lo aguanta todo con tanta ecuanimidad.

cleo264@ yahoo.com

No hay comentarios: