martes, 20 de noviembre de 2007

El abrazo imposible

POR PEDRO P. YERMENOS FORASTIERI

Leonel Fernández y Danilo Medina se abrazaron. El fallecido, cuya misa de cuerpo presente se efectuaba, hubiese aprobado el estruendoso aplauso que ignoró la ocasión. Es tal la preocupación que concita en el PLD la separación de los dos dirigentes, que no pudieron contener la alegría ante el gesto inesperado. Pero celebraron sin motivo.

Al día siguiente, el partido intentó sacar capital político del abrazo, presentándolo como prueba de la reconciliación entre dos personas cuyo distanciamiento tiene su origen en la descomposición que ha pervertido una organización fundada a partir de premisas distintas y distantes a lo que ha devenido.

Si algo hizo el abrazo fue confirmar lo ríspida que continúa estando la situación. Dos supuestos avezados políticos, ni siquiera guardaron las apariencias. No fue casual que se encontraran, por lo que hubo tiempo para calcular la parte política del asunto y preservar la imagen de un partido que se supone debiera ser la mayor preocupación para ambos. Ni eso. Llegaron separados. Se sentaron separados. El abrazo no fue espontáneo, ni amable ni cómodo. Forzado y no propició un acercamiento al final del evento. Posición anterior.

La causa de la separación es que el PLD dejó de ser un proyecto de nación colectivamente impulsado, para ser, como los demás, un escenario de lucha descarnada por hacer avanzar agendas individuales y eso enfrenta a estos dirigentes de manera irreversible, lo cual no excluye que en un momento determinado se encuentren e incluso se abracen, lo que siempre será un abrazo de osos.

Lo peor es que esa feroz competencia se libra con reglas ajenas a la democracia. Los resultados se obtienen en base a otras variables. La victoria la conquista quien mayor poder tenga de usar esos nuevos mecanismos. En un momento dado, esas ilegítimas ventajas competitivas beneficiaron a Danilo Medina. Ahora le ha tocado ser la víctima de sus efectos.

El presidente maniobra para consolidar su liderazgo a lo interno del PLD, lo cual no fuera pernicioso de no tratarse de un liderazgo a la vieja usanza, vale decir, convertir la organización en una franquicia que se activa sólo para servir a sus particulares intereses, lo que supone no apoyar a dirigentes cuyo poder transitorio pueda ir en desmedro de su influencia. El, después él y luego él. Lo mismo en que convirtió Balaguer, su actual líder, a su partido, cuyo destino debiera ser espejo para los peledeístas.

Dirigentes como el propio Danilo, Jaime David, José Tomás Pérez, estarían soñando si piensan que el presidente los apoyaría en un momento en que la Constitución le impida intentar continuar dirigiendo el Estado, obstáculo que, no le quepa dudas a nadie, tratará de derribar antes de las elecciones, o después si gana éstas. Hasta ahora ha logrado la penosa sumisión de los dos últimos, quienes han sellado para siempre su catadura de súbditos. No es previsible que logre la del primero en idénticas condiciones.

Es en ese contexto que hay que analizar el gesto de dos dirigentes que mostraron lo consciente que está cada uno de lo que aquí se ha descrito. Volverán a simular cariño si entienden que va en abono de sus propósitos. Un abrazo de compañeros que postulan con entusiasmo por un proyecto común de nación, en el PLD hace tiempo que se hizo imposible.

yermenossantos@codetel.net.do

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