miércoles, 3 de octubre de 2007

DEL OTRO LADO "Maldecir"

Por: Víctor Víctor

‘Lo posible’ en la política incluye el soborno, la compra de almas, los silencios, la “lambonería”, el egocentrismo, el transfuguismo, la traición, el chantaje.


El tiempo me ha hecho crítico, intransigente, intolerante, radical, tremendista.

No aprecio estar bien con todos. Así no me expongo a la hipocresía de tantos, al perdón repetido, a no luchar por lo que creo.

Aunque no siempre ‘ando en guerra’, mi respuesta se tensa cuando los pobres de espíritu se manifiestan sobre los indefensos; o cuando me encuentro con uno de esos que juran que la política es ‘el arte lo posible’.

No sé de dónde sacaron tan desventurada afirmación; es una aberración conceptual, dañina y sin valor porque ‘lo posible’ es la puerta al conformismo y no hay tal ‘arte’ en esa conducta.

‘Lo posible’ en la política incluye el soborno, la compra de almas, los silencios, la “lambonería”, el egocentrismo, el transfuguismo, la traición, el chantaje, la mala educación, el mal gusto, la mentira, la demagogia y otras pequeñas variantes del pragmatismo clientelista cosechado bajo el techo de los partidos.

Por eso, todos los días, antes de acostarme, me regocijo de mi familia, pero durante el día, ante el hedor de tanta ‘basura’, aprendí a maldecir a los promotores de tanto horror, pobreza y mal gusto.

No mato a nadie, no aprecio la violencia, tampoco pongo mejillas.

Con eufórica alegría castigo desde mis adentros a esos farsantes con fortísimos deseos para que mis inventadas dolencias naturales se apoderen de los cuerpos de los bandidos.

Así reparto diariamente dolores de cabeza, supuraciones incontenibles, infartos cerebrales, imparables náuseas y diarreas inoportunas.

Sin embargo, desde la oscuridad de mis deseos, discrimino pequeñas luces y hasta flores, en el pantano.

Son hombres y mujeres, insistentes militantes, engañados unos y engañosos otros; ingenuos los más pocos, hipócritas casi todos; brutalmente amemaos ante la sabichosería de sus dirigentes.

Maldecir está de moda, ha sustituido la vieja consigna: ‘esta lucha va a llegar a la guerra popular’. Claro que sólo hasta que el odio acumulado haga explotar los corazones de los sempiternos apasionados luchadores por la libertad.

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