jueves, 4 de octubre de 2007

La columna de Miguel Guerrero

Es un error creer que las actividades de la oposición son las críticas más ácidas contra el gobierno del señor Fernández. La más efectiva de las campañas en su contra, la que cala más profundamente en la psique de la población, la que produce más confusión y extrañeza, es la que proviene de sus propias entrañas.

Veamos la lógica de este razonamiento. Los dirigentes del gobierno, e incluso el propio Presidente, se han pasado más de tres años denunciando el peligro del “pepehachismo” y la amenaza que esa tendencia dentro del Partido Revolucionario Dominicano representa para la República.

Ocurre, sin embargo, que el área más sensitiva de la administración, la que cuida de la salud económica y financiera, ha estado paradójicamente en manos de ilustres herederos de esa “nefasta” fauna política.

Así lo ha estado señalando insistentemente la figura viva que el jefe del Estado ha dicho que más admira y que en reconocimiento a ese aprecio profesional, intelectual y político mantiene a su lado como asesor con asiento en el Palacio Nacional.

De manera que el inconsciente pepehachismo del señor Fernández le ha dado sus frutos, porque si alguna área funciona es sin duda la que, a despecho del terrible legado de crisis moral y económica en que según todo el gobierno nos dejó sumida la administración anterior, ha sido capaz de recuperar la estabilidad macroeconómica y preservar la tasa de cambio en niveles más o menos aceptables, en la propia evaluación que de su gestión hace constantemente el oficialismo.

Así pues, el incansable esfuerzo que dentro del mismo gobierno se hace contra la autoridad monetaria y financiera, con el aparente tácito consentimiento de las más altas instancias del poder, curiosamente erosiona la imagen del oficialismo mientras reivindica la eficiencia del malvado gobierno anterior. ¡Cosas del folclor político dominicano!

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

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