sábado, 27 de octubre de 2007

Las Gallinas de Amable

Amable Aristy está imponiendo un llamativo estilo de campaña electoral, sobre la base de combinar un discurso a favor de los pobres y repartir entre estos, donde quiera que llegue, gallinas, papeletas y comestibles de todo tipo.

Muchos no están de acuerdo con ese “modelo” de reparto, aunque es bueno recordar que los dirigentes de los tres partidos que se han alternado en el poder en los últimos 45 años han sido consuetudinarios practicantes de tales dádivas.

Los politólogos le llaman a esto “clientelismo político”.

Ese “clientelismo” tiene tres niveles: un bajo, para los pobres, que se apuntala con los repartos; otro medio, con “botellas” en la administración pública, y un alto o superior, donde se mueven las ganancias y comisiones millonarias por negocios con los gobiernos o por la corrupción que los ha permeado a todos, sin excepción.

Que Amable reparta gallinas o tickets para adquirir gas propano, o utensilios para cocinar, o sillas de ruedas y mobiliarios para escuelas, es el fiel reflejo de lo que ha sido una norma constante en nuestro quehacer político. Los politólogos o los hipócritas podrán satanizarlo por esto, pero abajo, en los barrios miseriosos y hambrientos, es otra la percepción.

Como este fenómeno se está generalizando (ya Leonel Fernández, en busca de su reelección, también envía alimentos a los lugares que visita), no se puede dudar que otros candidatos recurran al regalo de otros animales o utensilios para diferenciar sus “menúes” de campaña.

De lo contrario, resultará difícil a cualquier candidato llegar con las manos vacías o con discursos huecos y aburridos, cargados de promesas que nunca cumplen, a esos barrios y campos miseriosos, que ya están cansados de la misma cháchara y de que los usen como tontos útiles en las votaciones presidenciales.

Ya veremos, pronto, cómo la campaña se irá “amabilizando”, mientras los temas de reflexión se dejan para después... cuando el hambre, la necesidad o la sed de hallar algo para resolver las pequeñas pero al mismo tiempo grandes necesidades de las masas empobrecidas hayan sido mínimamente saciadas al calor de estos llamativos repartos.

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