miércoles, 3 de octubre de 2007

Estafadores y farsantes

POR LILLIAM OVIEDO

Espectáculo de la noche del pasado lunes: el presidente Leonel Fernández se reunió con Ramón Pérez Figuereo, Alfredo Pulinario (Cambita) y Antonio Marte, y, tras hora y media de conversación, calificó como nacionalista y patriótica la promesa que hicieron de no sumarse a la huelga convocada para el día de ayer “porque este país no puede darse el lujo de estar paralizando continuamente”. Como auténtico discípulo de quien auspició su llegada al Palacio Nacional, llamó patriotas a quienes antes había contribuido a etiquetar como oportunistas y malos ciudadanos. Balaguerismo de la peor especie (la única que puede existir), matizado con el burdo pragmatismo de los neoliberales de hoy. ¿Cóctel de desfachatez o conjunción de estafa política?

Horas antes, en uno de los salones del Palacio Nacional, Angel Lockward, secretario sin cartera y ex dirigente del Partido Reformista Social Cristiano, sostuvo una reunión con antiguos miembros de esa despedazada maquinaria electoral¼ Amarres en diferentes niveles, pero amarres al fin, y nada limpios, por cierto.

Una convocatoria hecha por grupos que desde la Oficina de Prensa del Palacio Nacional han sido calificados como minoritarios y casi insignificantes, obliga al Presidente mismo a llamar patriotas a quienes asumen el papel de rompehuelgas, sin reparar en que uno de ellos, Marte, ha sido procesado por corrupción en los tribunales del país.

Ya en el fin de semana, el Presidente había sido protagonista de un encuentro tan vergonzoso como el acto de formación del Frente Patriótico en 1996: el domingo, en el hotel Jaragua, en un acto convocado por uno de los nuevos funcionarios (de los nombrados en agosto pasado, para más señas), Leonel Fernández abrazó a Elías Wessin y Wessin, padre del convocante (Eliíta), y, para mostrar que es un hombre formado en el conservadurismo, dijo que compartía con su difunto progenitor la admiración por el ex general que dirigió las tropas que dispararon contra el pueblo en la entrada del puente Duarte en los inicios de la guerra de abril de 1965.

Era un acto en el cual el PQDC (siglas del Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano, organización cuya dirección comparten el padre y el hijo de apellido Wessin, formalizaba su apoyo a la reelección.

En el afán de impulsar el continuismo, Leonel Fernández y sus seguidores ofrecen cualquier espectáculo. No cuidan ni las formas. Muy estrecha es la brecha, si es que existe, entre el burdo pragmatismo y el papel de caradura¼

La rebatiña electoral tiene hoy como elemento principal la disputa por la representación de los sectores más retrógrados, y para elogiar a los representantes de estos sectores hay que pasar por alto su historial. ¡Abominable tarea!

Por eso la oposición electorera asumió una posición tibia hacia el llamado a huelga (atendido por la gente aunque la propaganda oficial diga lo contrario). El candidato del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado, dijo que la apoyaba, pero no quiere que se le atribuya vínculo alguno con los organizadores y hasta el último momento estuvo haciendo llamados a un diálogo que bien sabe él que no será tal cosa. El del Partido Reformista Social Cristiano, Amable Aristy, dijo que no apoya las paralizaciones, aunque las demandas son justas.

Por la pretensión de seguir siendo entes de negociación, Amable Aristy y Miguel Vargas tratan de no sepultarse políticamente, pero no pueden identificarse con el pueblo. Los representantes de la mal llamada Cuarta Vía (balagueristas y ex dirigentes del PRD no favorecidos en las recientes reparticiones de prebendas y de puestos) encontraron un comodín para ejercer la demagogia, pero también asumieron una posición tibia, porque el disfraz de entes nuevos no les queda a la medida¼

En el día de ayer, las ciudades, los barrios y las vías estuvieron militarizadas, y varios dirigentes populares fueron heridos, golpeados y apresados; pero la represión y la colaboración de los vendedores de huelgas, los pronunciamientos de las asociaciones empresariales y los epítetos de Su Eminencia Reverendísima (el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien tronó contra los convocantes al paro como lo hizo varias veces durante los últimos 10 años de gobierno de Joaquín Balaguer), no alcanzaron para impedir que la huelga paralizara una buena parte de las actividades.

Los feos espectáculos que tuvieron como protagonista a la figura presidencial, siguen siendo elementos importantes en el retrato de la podredumbre. El futuro habrá que construirlo a pesar de las maniobras de un poder cuya ilegitimidad es evidente.

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