sábado, 15 de septiembre de 2007

DEL OTRO LADO "Prohibir"

Si prohibiéramos más… nadie se vería tan estrafalariamente vestido’. Así piensan y se convierten en oficiosos perseguidores de la contra-cultura. No saben que buscando unas cuantas ‘metidas en cintura’, matan la inspiración a nuevas identidades.

Por: Víctor Víctor

Prohibir es más fácil que ser justos, es el resabio de almas infelices y amargadas que se niegan a ejercitar la inteligencia.

No me refiero a los imprudentes: ‘no pase’, ‘no cámaras’, ‘no comidas’, que suelen colocarse en los museos. Hablo del ‘prohibido fiestar después de las 12’ y el rosario de impedimentos que niega la naturaleza humana.

Prohibir es el arma preferida de los prepotentes y mandones que, gracias a su intolerante ignorancia, agreden con sus excesos todo lo que les rodea.

¿Servirá este ‘introito’ para saludar la desagradable retro creación del trujillismo que hoy vemos disfrazada de buenas intenciones, pero que nos lanza a la vanguardia mundial de la lucha contra nada?

‘Traerá sanidad al oído y al intelecto’ gritan los inspirados fundamentalistas en hipócrita ejercicio de su intermitente moralidad e imposible civismo, mientras sueñan con cerrar el reguetón a las 6.

Al prohibir se unen trogloditas y pseudo intelectuales que desconocen el maravilloso lenguaje de las esquinas, adonde se juntan sus hijos y los míos a maldecir la suerte de cenicientas y a soñar con la libertad aunque cueste la vida.

‘Si prohibiéramos más… nadie se vería tan estrafalariamente vestido’. Así piensan y se convierten en oficiosos perseguidores de la contra-cultura. No saben que buscando unas cuantas ‘metidas en cintura’, matan la inspiración a nuevas identidades.

Un poquito más de odio no importa, lo resolverán con un poquito más de represión. ‘El peso de la justicia’ recaerá sobre los hombres del mañana, aunque todavía sean los jóvenes de hoy.

Lo que sí es una pena es que no puedan prohibir la desunión familiar, el hambre, el dolo, la paternidad irresponsable, la mentira, y la violencia intrafamiliar y la indolencia. No tenemos miedo.

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