lunes, 3 de septiembre de 2007

Escándalos en silencio

Los escándalos de corrupción, que ya forman un denso montículo, y el inusual silencio que los acompaña se ha han convertido en contradictorios signos de la época. Pero que la gente, o quienes están más llamados, ni siquiera se inmuten, quizás por complicidad o porque estén curados de asombro, no resta gravedad a denuncias de prevaricación, dilapidación o distracción de recursos públicos en beneficio personal.

Cualquier persona sensata tiene que alarmarse, por ejemplo, por el reclamo del presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) al presidente Leonel Fernández para que aclare la adquisición por funcionarios del Gobierno de las acciones de la Shell en la Refinería Dominicana de Petróleo.

Pero al respecto no se conoce siquiera una investigación para establecer tanto la veracidad de la denuncia del ingeniero Ramón Alburquerque como el procedimiento a través del cual funcionarios por el momento sin identificar habrían adquirido el capital de la firma foránea. El silencio es suspicaz y comprometedor.

Alburquerque, a quien se reputa como un experto en cuestiones energéticas, recordó que el PRD ha insistido en que el Estado adquiera la Shell para ser luego sus acciones al sector privado a través de una licitación pública. Pero conforme a su denuncia los adquirientes han sido funcionarios, quienes a su vez están asociados a "otros grupos poderosas de vida no muy clara".

El presidente del PRD no habló como el tradicional político criollo, huérfano de razonamiento, que sólo sabe elogiar o cuestionar, al citar el nombre de la compañía Transfigura como parte de las operaciones con respecto a la Refinería. ¿Se buscaría un monopolio? De no ser verdad todo lo que ha dicho, el silencio parece confirmarlo.

Sin embargo, la reacción es apenas un síntoma de esa insólita combinación de escándalos silencio. Unos 53 generales retirados denunciaron que estaban en el aire nada menos que 159 millones de pesos del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, pero el escándalo no ha merecido la más mínima respuesta.

Toda la artillería ha sido para descalificar a los denunciantes por supuestas vinculaciones políticas y para rechazar, como advirtieron con legítima preocupación, cualquier asomo de alteración de la voluntad popular. A los oficiales se les sacó deliberadamente de contexto, porque su temor había sido en el sentido de que en el proceso electoral se verifique la denuncia del licenciado Danilo Medina de que se le ganó con los recursos del Estado la candidatura presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Pero nada sobre irregularidades y violaciones administrativas, porque no es esa la parte que interesa, sino la política, sobre la que pueden opinar hasta figuras y movimientos que han sufrido la metamorfosis de Gregorio Samsa.

Mientras el clientelismo sigue su agitado curso, escándalos tan alarmantes como los denunciados estos días no se detienen ni se investigan. Si no es sugestionada, puede que la sociedad haya enfermado, avergonzada de la ignominia.
Por: Luis Pérez Casanova

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